Petrarca, Bruni y Montaigne

Petrarca fue el más grande de los humanistas y el primero de ellos. En Sobre la propia ignorancia y la de los otros (o Sobre la propia ignorancia y la de muchos otros) dice, de forma muy socrática, que para llegar a formular las preguntas que quiere debe aceptar que él y todos se enucnetran en la ignorancia.

Leonardo Bruni, que hizo un elogio de Petrarca, bebía de las fuentes clásicas y las fundió con el pensamiento cristiano. Es importante para la recuperación del corpus platónico y aristotélico.

Sin embargo, no es hasta la escuela florentina que el neoplatonismo (de nuevo otro platonismo, tras el de Pseudodionisio Aeropajita) hace de nuevo fortuna releyendo el corpus platónico. Es un platonismo cristianizado que se puede resumir en 3 características:

  • Entiende la filosofía como una revelación: una chispa que conecta la mente con la esfera suprasensible, es a través de la palabra que uno tiene acceso a dicha esfera.
  • El hombre es el estrato intermedio, hace de intermediación entre la esfera sensible y la esfera suprasensible. Recupera la idea de que hay una jerarquía de almas, que resulta en seres de más a menos animados: por encima del hombre hay dos: el ángel y Dios. Por debajo del hombre está la materia. Es posible acercarnos o alejarnos de Dios.
  • La conexión del alma con los cuerpos se da a través del espíritu.

En Montaigne, también neoplatónico, se observa que no tiene reparos en usar elementos culturales sarracenos mezclados con musulmanes, por ejemplo, porque de lo que se trata es de celebrar al hombre, su capacidad de trascendencia. El hombre, por estar arraigado a una esfera no espiritual y poder ascender, es más digno de admiración que los ángeles, que no tienen el dramatismo del hombre puesto que de partida ya están en la esfera suprasensible.