René Descartes: introducción

René Descartes heredó de su madre una tos seca y una tez pálida, esto es, una naturaleza enfermiza, lo cual hizo pensar que moriría pronto, pero no fue así.

Estudió en el Collège Royal de La Flèche, en un ambiente intelectual más abierto que el que era común en esa época. Siguiendo la tradición familiar, se licenció en Derecho en la Universidad de Poitiers.

Conoce a Isaac Beeckman en 1619 en Breda, con quien tendrá diversas discusiones sobre ciencia, lo cual contribuyó a su interés por las matemáticas y la física. Ese mismo año queda abstraído en sus pensamientos ante la poèle (literalmente significa «estufa», aunque es posible que su significado más apropiado sea «habitación caldeada») y allí decide dudar metódicamente de todo lo que sabe sobre física.

Su primer gran obra es Reglas para la dirección del espíritu, en la que establece que no es sabio el que sabe mucho, sino que lo importante es cómo sabe. El rasgo fundamental del saber es la certeza (una imposibilidad de dudar). Ya en esta obra se establece una distinción clara entre las capacidades puramente intelectuales y la imaginación corpórea. En Descartes, la imaginación es casi lo contrapuesto a la razón, es lo que provoca que lo que percibimos se nos muestre como engañoso. En Kant por ejemplo la imaginación es más positiva, aunque también será problemática.

La muerte temprana de su madre fue una de las cosas que más le afectó. La condena de Galileo también afecta a su producción intelectual: re formula y modela parte de su obra, como los tratados de óptica.

En 1637 publica el Discurso del método, con un lenguaje muy llano. Lleva por subtítulo «para conducir bien la razón y encontrar la verdad en las ciencias». El hecho de que esté escrito en francés demuestra una voluntad divulgadora. Hay una predominancia del ego pensante. Pretende como Montaigne ser un ejemplo para el resto, con voluntad universal.

El ego que aparece en las Meditaciones metafísicas no vale solo para Descartes como parece que sí que pasaba com el ego del Discurso del método, sino que tiene valor para el resto. En este libro Descartes trata de establecer lo que se puede saber con seguridad.

En 1644 escribe Los Principios de la Filosofía (Principia Philosophiae), libro en el que se defienden distintas posiciones a modo de resumen de su pensamiento científico y filosófico.

Conceptos fundamentales

Además del concepto de sabiduría como actitud (y no como acumulación de conocimientos) y el concepto de certeza que está relacionado:

  • Principios: hay que encontrar los principios para construir una sabiduría cuyo rasgo principal es la certeza.
  • Duda: hay que dudar como método para poder estar seguros de que algo es indudablemente cierto. La duda permite objetivar: parte del sujeto para acabar con lo subjetivo.
  • El entendimiento es la actividad propia de la mente según su propia ley. A la presencia de lo que el entendimiento concibe en sí mismo sin apoyo en lo sensible Descartes lo llama intuición.
  • Cualquier forma de conocimiento es una producción mental, lo contrario a un entender arbitrario, es una necesidad (no es por casualidad ni por arbitrariedad).
  • El método es la adecuación de la mente a la mente misma, nos permite obtener un conocimiento claro y distinto. Algo es claro al conocimiento cuando es manifiesto. Y es distinto cuando no es confuso, cuando es discernible.
  • Mathesis universalis es una ciencia matemática en la cual lo empírico sobra y se atañe exclusivamente a las leyes: considera solo las relaciones y proporciones en general.
  • Res extensa es el cuerpo puro mecanismo. El ego no está del lado del cuerpo para Descartes y en este punto se aleja de Montaigne, para quién se da en el ego la conjunción de cuerpo y mente. A diferencia del yo de Montaigne este ego se aleja de lo corpóreo, no se ve afectado por los placeres, etc.
  • La no-duda de que al dudar se está dudando es una certeza. Y de la certeza de estar dudando se deriva la certeza de la existencia.
  • Hay algunas ideas presentes en el hombre desde el nacimiento, ideas puras, como «alma», para las que en el fondo no se necesita demostración. Son trascendentes a la experiencia pero inmanentes a la razón. Lo ideal sería que todo el conocimiento del mundo pudiera basarse en ideas semejantes a éstas.

Referencias y más información